Moldes Cerámicos

Los moldes cerámicos pueden ser de dos tipos:

Molde de perdido

Consiste en echar escayola (la primera capa coloreada y la 2ª no) sobre el original (generalmente de barro). Con 1,5 o 2 cm de grosor es suficiente, a más grosor, luego más trabajo para picar, a menor grosor se corre riego de que el molde se rompa. Esto se puede hacer en dos mitades si el original es de bulto redondo, separando ambas partes con unas laminillas finas de aluminio o similar. Luego se retira el barro del interior, se limpia bien el molde y se echa desmoldeante (jabón, vaselina, aceite…) al interior del molde. Se rellena el molde con escayola (si es de un tipo más duro de lo normal mejor) y despues de fraguar, se procede a picar con formon desafilado y maza el molde de escayola, para que vaya apareciendo la reproducción en escayola dura. Normalmente hay que repasar luego ese original ya que es bastante habitual que, a pesar de tener la capa coloreada que nos avisa de que estamos próximos a la reproducción, le demos algún ñeque a dicha reproducción. Luego conviene dejar secar varios días, echar tapaporos y el acabado que queramos.

Molde por piezas

Usado antiguamente cuando no se conocían los materiales flexibles de moldeo, lo que suponía que realizar un molde de una figura humana podría llevar entre 100 y 200 piezas, como un gran puzzle tridimensional, ya que al tratarse de piezas rígidas, es necesario que todas ellas tengan salida, no se enganchen en ninguna retención o contrasalida. Hoy en día se utiliza para moldes cerámicos, para reproducir luego en arcilla (ya sea al apretón o por colada con barbotina o porcelana), ya que se necesita que el molde sea de un material que absorva parte de la humedad de la arcilla y permita su desmoldeo. Hay que tener en cuenta que cada unión entre dos piezas del molde va a suponer luego una junta que repasar. Y hay que tener mucho cuidado con las divisiones que se hacen para las distintas piezas del molde, ya que es fundamental que no tengan ninguna contrasalida.